a la destreza de los dedos que la tocaban.
Podía con pasmosa tranquilidad
revestir la fisonomía de la serpiente
y como ella morderse sabiamente la cola
o, por el contrario,abultarse en las formas
prehistóricas de los dinosaurios y
exhibir una mandíbula metafísica.
Alguien la vio convertirse
en frágil libélula y posarse levemente
sobre el filo imperceptible de un sueño.
Otros la intuyeron en las patas desafiantes
de una gacela que arrasaba los aires ,
los fuegos y los prejuicios.
No faltó quien jurara haberla visto
en el cuerpo estilizado de una cariátide.
Todos lo intentaron pero
ninguno la poseyó.
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