En un instante todo paisaje
se convirtió en un campo
de batalla, quiebres
y rupturas astillan la filigrana
de los días en un paréntesis carente
de alianzas celestes .
Una atmósfera de rojos sopores
se derrama como incontenible torrente
de oscuros presagios.
Sin embargo , no sabemos cómo
una noche un nombre deletreado
con morosidad de catecúmeno
disolvió las napas
contaminadas y en los suburbios
alguien vio otra vez
el espesor del hombre.
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