La sinuosa senda que orilla el mar derramado
en una costa que reconoces como tuya ,las olas
que te envuelven en recuerdos de un paraíso soñado
y nunca vivido aunque estuvieras allí, en esa amada
costa oceánica que imaginabas que algún día te llevaría
a territorios no explorados, y caminar mirando el azul del
cielo y también la arena que tus pies marcaban con levedad de
pájaro (sin levantar vuelo ) y encontrar de repente la imagen
exacta que buscabas y que te devuelve a ti misma, sin trampas,
sin engaños , sin falsas sombras que te hacían extranjera
en tu propio mar.
La soledad regala
mágicas hierofanías
que te nombran.
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