decimos lo mismo después de la puñalada de Bruto aunque
César fue más preciso ) y mis pedazos quedaron esparcidos
en el ángulo más gastado de la alfombra.
Los veo diseminados y con asombro compruebo que no sangran.
Mis pedazos están quietitos en un reposo recoleto
y los comprendo.Estos restos que han quedado después
por eso los veo hermosos ( el homicida nunca sabrá
cuán hermosos son los despojos de su delito ) por eso
no lloro sino simplemente cierro con cuidado la puerta
del cuarto y me pongo a pensar qué estará escribiendo
el Monje mirando las turbias aguas del Sena.
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